Para el comisario Dare Kincaid, vigilar a una estirada profesora rural era algo bastante aburrido, hasta que los habitantes del pueblo empezaron a cotillear sobre la relación que Victoria mantenía con él y tuvo que fingir que era su marido.

Pasear por aquel pueblo en compañía de su imponente "marido" hacía que Victoria se sintiera en la gloria. Y se sintió incluso mejor cuando Dare la inició en un mundo del que no sabían nada las señoritas decentes... Aunque aquello era algo que pronto acabaría.